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‘Los ojos de Haití’, un artículo sobre los recuerdos de un viaje a ese país

‘Los ojos de Haití’ es el título de este artículo escrito por el responsable de Comunicación de Cives Mundi, Roberto Ortega, y publicado este jueves en el periódico local ‘Heraldo de Soria’, en el que colabora como columnista tres veces por semana. Ortega visitó Haití el pasado mes de junio, cuando se cumplía medio año del terremoto.

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Cuando se entra en Puerto Príncipe, el caos te saluda como el capitán con
mando en plaza que es en la capital de Haití, si bien, obviamente, en ese
desconcierto (interpetado a la vez por miles de personas y de vehículos) tiene
que haber un orden, aunque sea circunscrito al ámbito personal: es de suponer
que cada cuál sabe a dónde va y que está haciendo. Por ejemplo, la mayoría de
las aceras están cuajadas de tenderetes miserables, todos con su propietario al
frente, en los que se venden artículos que aquí tiraríamos directamente a la
basura. Al visitante le dan ganas de preguntar si logran vivir de ello.
Malvivir, seguro.

Lo que sí puede afirmarse es que los haitianos creen que han sufrido todos
los males del mundo, y eso que no dejan de rezar, a veces a Jesús; otras a esos
dioses tan peculiares que gustan de que sus fieles degüellen gallinas; en
ocasiones, a ambos a la vez. Tras el terremoto del que ayer se cumplió un año,
les llegó un huracán que básicamente afectó a aquellas zonas que se habían
salvado del temblor de tierra. Luego brotó el cólera, epidemia que, para colmo
de mala fortuna, no vino provocada por miles de millones de células humanas
pudriéndose bajo los escombros sin retirar de las casas derrumbadas, sino que
fue importada de fuera, por las fuerzas militares multinacionales que están allí
para defenderles de vete tú a saber qué. La serie de desdichas la completó unas
elecciones cuya truculencia es imposible de medir, pero que dieron la impresión
de poner al país al borde de la guerra civil.

En todo caso, las miradas más turbadoras, húmedas de desánimo, las siguen
teniendo los que llevan un año viviendo en tiendas de campaña porque no hay aún
un plan de reconstrucción eficiente, pese a las paladas de dinero donadas por el
mundo entero. Nunca está de más recordar esos ojos que te piden ayuda. Tendrían
ustedes que verlos, aunque sólo fuera una vez en la vida.

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