Últimos momentos de este emocionante viaje de Planeta Cives a Líbano para conocer cómo se vive en un campo de refugiados palestinos. En concreto, en Ein El Helwe, que hemos visitado cada día desde el domingo. En cuatro horas emprendemos el viaje a Madrid, vía Roma. Carlos Arciniega y yo nos vamos reventados, pero contentos. Bueno, contentos y tristes, con esa melancolía con la que acaban los viajes que deberían ser más largos.
Hoy, viernes, Ein El Helwe estaba menos bullicioso que lo habitual. Era día de sermones en las mezquitas, resonando en los altavoces por todo el campo. Inevitablemente, la prédica hablaba de los muertos en la frontera. Precisamente por ser viernes Haytham Abo Layla tenía jornada reducida en la fábrica en la que está en periodo de prueba. Trabaja haciendo ventanas de aluminio, lo que estudió en el proyecto de Cives Mundi.
Haytham, de 19 años, y su hermano son el sustento de su familia. El padre de ambos no puede trabajar. El sueldo del hermano, unos cien dólares, va a parar al pago del alquiler. Haytham cobra más o menos el triple que su hermano. Además ha recibido, como uno de los 20 mejores estudiantes de su promoción, un equipo de herramientas. Una sierra eléctrica para metal, dos taladradoras y otros utensilios con los que puede montar un pequeño negocio.
En una sociedad como la de esta pequeña Palestina que es el campo de Ein El Helwe, en la que la violencia en moneda de curso legal, estas herramientas son las que pueden ayudar a construir el futuro.
En Líbano, la AECID financia 45 proyectos, según nos ha contado la responsable de la agencia en Líbano, Irene Cabrera. La hemos entrevistado en su casa. Llegó a Líbano en septiembre pasado. Su destino anterior había sido Tirana. La diferencia fue brutal, pero Irene se ha hecho a esto rápidamente. Casi como Carlos y yo, que partimos de aquí con mucha pena. La próxima crónica, ya desde España.