Planeta Cives nació para conocer de cerca cómo es la vida de las personas a las que, por todo el mundo, benefician los proyectos de Cives Mundi. En el campo de refugiados de Ein el Helwe, los entierros de víctimas por arma de fuego no son, desgraciadamente, algo raro en su día a día. El de esta mañana era el de dos chavales, uno de ellos de sólo quince años, que perdieron la vida el domingo en la matanza de la frontera con Israel. La mayor parte de la gente sabría describir el ritual de los funerales palestinos.
Se han visto muchas imágenes de multitudes abigarradas y vociferantes, envolviendo a un cadáver envuelto en una sábana, que es llevado en andas. Verlo en directo, caminando al lado de la multitud, sintiendo su calor, casi el latir de los corazones, es realmente impresionante. En algunos momentos es sobrecogedor. En otros tiene también algo de extraño, que asusta, que da miedo.
Los cánticos suenan feroces, llenos de rabia. Las personas forman una riada en la que no hay ni un milímetro de espacio entre uno y el de al lado. Hay armas por todas partes, muchos llevan pistolas, algunos un fúsil, algún subfusil. Los harán sonar estrepitosamente, disparos al aire, cuando el cadáver esté siendo sepultado. Los líderes políticos van rodeados literalmente por un enorme dispositivo de seguridad. Las mujeres, juntas, sin mezclarse con los hombres, cierran la comitiva.
Y para asistir a este funeral hemos entrado por primera vez en Ein el Helwe. Había huelga general y no pudimos hacer ninguna de las cosas que teníamos previstas para el primer día en la agenda. Ein el Helwe tiene todo el aspecto de un gueto, una ciudad decrépita.
Tras el control de entrada en el puesto del ejército libanés, lo primero que se ve cuando cruza la puerta es un retrato de Arafat. El fallecido líder de Al Fatha sonríe desde multitud de carteles, y en todos ellos está joven y radiante. No es único. Colgadas de los postes hay fotos de los jefes de cuanta facción palestina hay en el mundo. No en vano, aquí en el campo todas ellas tienen sus delegaciones. Ein el Helwe es un complejo microcosmos de la realidad palestina.
Es casi como uno de esos parques temáticos que reproducen monumentos del mundo en miniatura.Una Ppalestina en miniatur.a Aquí cada facción tiene su zona de influencia y, habitualmente, no se soportan. El último acuerdo entre Fatah y Hamás parece que es un alivio a la tensión entre ambos que se reproducía en el campo.
Los chavales enterrados hoy eran de familias próximsa a Fatah y el recorrido del sepelio ha pasado por calles del enemigo, de algún enemigo. Por fortuna, parece que, por lo menos, cada bando respeta a los mártires del otro.
Lo que sí se rumoreaba esta mañana en el campo, y el presidente de Nabaa(nuestra contraparte en Líbano) asegurabaa, es que Siria está tras los sucesos en la frontera, con alguna forma de manipulación sibilina que tenía como objetivo distraer la atención de la salvaje represión que el régimen está ejerciendo contra el movimiento interno de oposició. Los palestinos, siempre carne de cañón hasta de sus propios ‘amigos’.