Con pasión y viveza, ante una audiencia entregada que llenó el salón
Gerardo Diego del casino de la capital Pedro Arrojo transmitió un mensaje
contundente sobre el uso racional del agua. Esta conferencia abrió el martes
por la noche el ciclo Agua es Vida, patrocinado por la Fundación Navalpotro y
organizado por Cives Mundi.
Una directriz de la UE aprobada en 2000 marcaba quine años
de plazo para que Europa hiciera las paces con sus ríos, una revolución en
la mentalidad en el tratamiento de los cauces fluviales.
Arrojo habló de varios tipos de agua.
El primero sería el
agua-derecho humano es decir, la que se necesita para vivir, calculada en unos
30 litros por persona y día. Este agua tiene que ser universal y gratis para
todos, en especial para aquellos que tienen más dificultades para acceder a
este elemento esencial en la vida. Recordemos que en el mundo hay 1.500
millones de personas con estos problemas.
El segundo escalafón es el agua-ciudadanía. Lo que exceda de
los citados 30 litros, debe ser abonado de acuerdo a unas tarifas justas y
equitativas, así como tener una gestión pública, no privatizada. Arrojo incidió
especialmente en este aspecto.
Finamente, está el agua-industria. Es la que se requiere
para crear riqueza. Como dijo el ponente, para hacernos más ricos, algo
totalmente legítimo, pero que no tienen que pagar todos, sino precisamente los
que van a ver incrementadas sus ganancias. Un ejemplo tip el riego de campos
de golf o las plusvalías generadas por el riego de diversos cultivos. La
directiva de la UE exige que en este caso se pague todo el coste del proces
desde el llevar agua a esos lugares, hasta la restauración ambiental que sea
necesaria por ese transporte.
La próxima cita de Agua es Vida es el próximo viernes, a las
20 horas, también en el casino de Soria. La conferencia correrá a cargo de
Joaquín Araujo, probablemente el más conocido de los divulgadores
medioambientales de España.
Arrojo es el padre de la llamada Nueva Cultura del Agua, un concepto cada vez más difundido y valorado que surgió en los movimientos sociales de Zaragoza y que ha cristalizado en una fundación dedicada a tal fin, fundada por el propio Arrojo. La Exposición Internacional de Zaragoza, celebrada en año pasado, fue un gran escaparate basado, precisamente, en esta filosofía.
En palabras del propio Arrojo, la Nueva Cultura del Agua es aplicar al agua menos hormigón y más inteligencia, y ver los ríos como algo más que corrientes de H2O. Igual que ahora miramos un bosque y sabemos que es mucho más que un almacén de madera, la Nueva Cultura nos invita a mirar los ríos como un ecosistema que puede usarse para producir, que es paisaje, identidad territorial, identidad de los colectivos y de sus comunidades sociales, y refleja también valores lúdicos y culturales, valores de vida.
En los últimos quince años, Arrojo ha volcado su carrera en la Economía del Agua. Ejerce la docencia en Universidad de Zaragoza, en el Departamento de Análisis Económico, aunque su faceta como activista medioambiental es la más conocida por el gran público.
Su oposición al Plan Hidrológico Nacional diseñado por el Gobierno Aznar en 2001, que finalmente no se materializó, le valió el reconocimiento internacional con la concesión del premio Goldman en el año 2003. Este galardón es considerado como el Nobel del Medio Ambiente.
El jurado explicó la distinción por encabezar la campaña para impedir que el Plan Hidrológico Nacional construya presas y trasvase los últimos ríos de flujo libre que quedan en el país. Arrojo, seguía destacando el acta del premio, encabeza una nueva ola de activismo cuyo objetivo es poner fin a la fracasada política de gestión hidrológica basada en esos criterios y forjar en su lugar un futuro de agua sostenible basado en la conservación, el reciclaje y las iniciativas más inteligentes para la agricultura.
