La ONGD Cives Mundi, con la cofinanciación de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), ha puesto en marcha un proyecto de cooperación al desarrollo en el Departamento del Guairá (Paraguay) con el objetivo de fortalecer las comunidades campesinas e indígenas de la etnia Mbyà Guaraní del Departamento, así como el de promover la soberanía alimentaria de éstas.
El proyecto, que se prolongará durante 24 meses y tiene un presupuesto global de 136.000 euros, se desarrolla en colaboración con la ONG local Alter Vida -con una amplia experiencia en desarrollo sostenible en proyectos en Paraguay- así como con la participación directa de las poblaciones beneficiarias representadas por líderes y caciques de los grupos indígenas. El proyecto afectará directamente a un centenar de familias campesinas y a una población indígena que supera el millar de personas.
El Departamento de Guairá se encuentra dentro de la región del bosque Atlántico, uno de los últimos reductos de los grupos indígenas Mbyà Guaraní. Este pueblo indígena se mueve por los denominados corredores verdes entre Paraguay, Argentina y Brasil, dentro del Parque Nacional de Iguazú y en toda la zona de amortiguamiento de éste, desde hace más de 20.000 años.
A este respecto, el proyecto trinacional impulsado por la AECI Araucaria XXI del Bosque Atlántico, en el que está incluido el proyecto de Cives Mundi, tiene la finalidad de mantener esas rutas entre los tres países conservando el bosque para que los indígenas puedan moverse libremente a través de él como lo han venido haciendo ancestralmente.
En este sentido, los Mbyà Guaraní, por su condición de nómadas, no reconocen fronteras. Sus condiciones de vida en la actualidad son críticas por diferentes factores, entre los que destacan la inseguridad alimentaria que sufren y la carestía de un marco administrativo que les proteja.
Cabe destacar que los Mbyà Guaraní son un pueblo de cazadores-recolectores que se encuentra en el primer escalón del desarrollo humano y que aún no han desarrollado formas de vida sedentarias. Los clanes se mueven a través del bosque en función de las estaciones y la existencia de recursos alimenticios. Sin embargo, su hábitat natural está desapareciendo y las pequeñas masas boscosas que lo pueblan son incapaces de generar recursos para asegurar su alimentación equilibrada, abocándoles a una situación extremadamente delicada que les lleva a ingerir sólo yuca (mandioca).
La principal amenaza de estos últimos grupos indígenas del Paraguay son los cultivos extensivos de soja transgénica impulsados por agricultores paraguayos y brasileños, en los que se hace uso de agrotóxicos, de manera incontrolada, que están diezmando estas poblaciones. Literalmente, los indígenas son fumigados indiscriminadamente por las avionetas que tratan las enormes extensiones de soja. Tanto es así que en los últimos años se ha detectado que la tasa de abortos en estas poblaciones ha aumentado un 500%.
A la carestía de alimentos y la degradación de su entorno hay que sumarles el abandono de las administraciones y la xenofobia. En este contexto, una de las acciones que persigue este proyecto de Cives Mundi es que tanto los líderes campesinos como los caciques indígenas participen en la vida municipal de su distrito, a través de las denominadas audiencias públicas, empoderándoles para que puedan participar en los diferentes procesos de toma de decisiones y se conviertan en ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho, respetando, por supuesto su idiosincrasia.
Paraguay, un país con alrededor de seis millones de habitantes, es socialmente complejo: hay una elite de origen alemán que emigró tras la Primera Guerra Mundial y que en la actualidad es la propietaria de la mayor parte de las tierras, agricultores y ganaderos que conforman el motor económico del país; la mayor parte de la población es mestiza, los denominados paraguayos y, finalmente, están las comunidades indígenas formadas por 17 etnias agrupadas en cinco familias lingüísticas. La importancia del componente indígena en Paraguay la demuestra el que la lengua Guaraní es oficial en todo el país, conjuntamente con el castellano y es utilizada con mucha frecuencia por la población.