Por segundo año consecutivo, la ONGD Cives Mundi desarrolla una campaña de comercio solidario a través de la venta de piezas de cerámica exclusivas de origen peruano. En esta ocasión, el Centro Comercial Camaretas ha cedido a la organización un local en su planta intermedia (que antes albergaba la tienda Rhos) para el desarrollo de esta actividad comercial solidaria. El horario de atención al público es de 17.00 a 21.30 horas hasta el próximo 8 de enero.
El producto que la organización vuelve a poner a la venta este año son las milenarias chulucanas, un tipo de cerámicas ornamentales con motivos geométricos en blanco y negro que elaboraba la etnia Vicús en el desierto de Sechura, al norte de Perú. El proceso de creación de estas piezas es totalmente artesanal y su salida comercial es fruto de un proyecto de Cives Mundi que tiene como objetivo poner en valor un producto local a través de la mejora de la calidad de las cerámicas, así como de las condiciones de trabajo y de vida de los artesanos.
Para la puesta en marcha de esta acción, la organización estableció varias premisas para que la fabricación de chulucanas contribuyera a optimizar la calidad de vida de la población local. La erradicación del trabajo infantil, el uso de materias primas de primera categoría y de métodos tradicionales para el proceso de creación fueron las pautas marcadas. Además, la organización, dentro de su política de protección del medio ambiente, aconsejó la instalación de un horno de cocción de gas para evitar la deforestación de la zona.
Asimismo, para que el producto pudiera tener aceptación en el mercado europeo, la ONGD aportó posibles diseños decorativos para las cerámicas, aunque también se emplean diseños autóctonos. El éxito ha sido tal que, gracias al proyecto de Cives Mundi, el producto ya ha encontrado un nicho de mercado en Estados Unidos y en Italia.
El proceso de estas piezas que se elaboran desde hace 2.000 años es totalmente artesanal. Se utilizan arcillas de primera calidad, sin salitre, que se filtran varias veces y después los artesanos las amasan con sus pies. La cocción lenta, a 800 grados, da consistencia al producto, que ha sido impregnado previamente por una primera capa de tintes minerales y vegetales para otorgarle el color blanco. Una vez cocida la cerámica se pintan sobre ella motivos geométricos con barro para después introducirla en un horno en el que el humo que emanan las hojas de mango recubre a la pieza de negro. Finalmente, el artesano retira cuidadosamente a toque de piedra el barro adherido anteriormente para dejar al descubierto los diseños en blanco. La exclusividad de estas piezas también se dilucida en la marca del artesano: cada una va firmada por la persona que la ha creado.